El consumo de energía eléctrica es un aspecto ambiental que no presenta un impacto ambiental “inmediato” ni visible para su productor. No es un vertido a un rio o a un acuífero, ni es la generación de un residuo que ha de ser segregado y entregado a gestor. 

Por eso el usuario (doméstico o empresarial), no percibe su impacto de forma directa. Simplemente se utiliza la energía para encender la luz, realizar una fotocopia, poner en marcha un compresor, climatizar, etc…, pero no se ve el impacto negativo de cada una de estas acciones sobre el medio que nos rodea. Esta utilización de la energía es lo que se denomina energía final, y ésta ha de ser  transportada por las redes de distribución y generada por las compañías eléctricas para que «se haga la luz» en nuestra casa o empresa.

La energía utilizada por las centrales de generación e introducida en las redes de distribución es lo que se denomina la energía primaria. Ésta es toda forma de energía disponible en la naturaleza antes de ser convertida o transformada. Consiste en la energía contenida en los combustibles fósiles, la energía solar, la eólica, la geotérmica y otras formas de energía que constituyen una entrada al sistema.

Así, por ejemplo, la energía mecánica de un salto de agua es transformada en electricidad y al llegar al usuario final ésta puede ser empleada para diferentes usos (iluminación, producción de frío y calor, etc). Como consecuencia, la energía utilizada en nuestras empresas y hogares depende de la energía primaria utilizada por las distintas compañías generadoras de energía. Este es el denominado mix energético. Es decir, que tipo de energía primaria están utilizando las compañías eléctricas para dar servicio a todos nosotros (petróleo, solar, hidráulica,…). 

La utilización de la energía primaria es la causante del impacto ambiental asociado al consumo eléctrico. Si se utiliza carbón para generar energía eléctrica en una central térmica, la emisión generada por la quema de ese carbón es el impacto generado por ese tipo de energía. Sin embargo, si  se utilizan energías limpias como la solar el impacto producido es extremadamente menor, ya que sólo se contabilizaría las emisiones generadas para la fabricación de los equipos fotovoltaicos, debido a que la generación de energía en sí no genera emisiones a la atmósfera. Esto es que se conocen como Toneladas Equivalentes de CO2.

Así por cada Kw/h consumido en nuestros hogares y empresas, el mix de generación nos da una emisión a la atmósfera de 0,33 Kgs de CO2 (datos extraídos del IDAE).

Una forma muy visual de ver nuestro consumo, y el impacto producido por el mismo, es asociar el mismo a la cantidad de árboles maduros a plantar cada año para depurar el CO2 emitido en ese mismo periodo de tiempo. Asumiendo que 1 árbol maduro es capaz de depurar 20 Kgs de CO2 anuales el cálculo es muy sencillo.


En la tabla arriba mostrada vemos que con 3500 Kw/h de consumo (consumo energético medio de un hogar tipo) hacen falta plantar 58 árboles para compensar las emisiones generadas. Un mini bosque en casa!!!!….

Por ello es importante tomar conciencia de la importancia del ahorro eléctrico, ya que es tan contaminante como cualquier residuo, emisión o vertido a la naturaleza.
Para tomar conciencia de las emisiones generadas por su consumo energético anual pinche en el siguiente enlace donde encontrará una sencilla calculadora ambiental.