El Gobierno de Donald Trump dará hoy martes la estocada final al plan de Barack Obama para reducir la emisión de gases de efecto invernadero en las centrales eléctricas, uno de los giros políticos radicales de la nueva Casa Blanca, que le aleja así de los objetivos del Pacto de París, del que se ha descolgado, y le acerca al votante estadounidense preocupado por el empleo en las minas de carbón. 
El jefe de la Agencia de Protección Medioambiental avanzó este lunes que firmaría la propuesta para empezar la retirada de este programa impulsado por el Gobierno demócrata, que se consideró una hostilidad contra las regiones afectadas y se topó con muchos problemas legales.
“Este es el mensaje del presidente: la guerra del carbón ha terminado”, dijo Pruitt en un acto público celebrado precisamente en un punto caliente de esta industria, la ciudad de Hazard, en el estado de Kentucky. El objetivo de Obama consistía en una reducción de la contaminación del 32% en el horizonte de 2030, con respecto a los niveles de 2005, algo que afectaba a 1.600 plantas en todo el país. Las más contaminantes hubiesen tenido que cerrar.
La actividad de las centrales eléctricas que utilizan el gas o el carbón supone alrededor de un tercio de las emisiones de dióxido de carbono en Estados Unidos, aunque muchas ya han comenzado un proceso de abandono de energías fósiles. La regulación de Obama, según los datos facilitados en su día, acarrearía un coste de 9.600 millones de dólares, pero reportaría entre 37.000 y 90.000 millones de dólares en beneficios a largo plazo.
Posibles consecuencias ambientales.

Los científicos aseguran que empeoraría un problema ya grave y que sería mucho más difícil prevenir el cruce de un peligroso umbral de temperatura global.
Los científicos, además, coinciden en que empeorará un problema ya difícil de por sí y que hará más difícil prevenir el cruce de un umbral peligroso en la temperatura global.
Esmprobable que la Tierra alcance niveles de calentamiento más peligrosos incluso antes de que Estados Unidos anuncie si abandonará su promesa de reducir la contaminación por dióxido de carbono. Eso es así porque Estados Unidos ya contribuye mucho al aumento de las temperaturas mundiales.
Los cálculos indican que eso podría dar lugar a emisiones en la atmósfera de hasta 3,000 millones de toneladas de dióxido de carbono adicionales al año.
En vista de que ese volumen se acumula año tras año, los científicos aseguran que es suficiente para derretir las capas de hielo más rápidamente, elevar el nivel de los mares y desencadenar un clima más extremo.
«Si nos demoramos, el lazo se va a estrechar», expresó el científico climático Michael Oppenheimer, de la Universidad de Princeton, codirector de la revista especializada Climatic Change.
Un grupo de expertos realizó una simulación por computadora de lo que ocurriría si Estados Unidos no frena sus emisiones, pero otras naciones cumplen sus objetivos. Encontró que Estados Unidos aportaría un calentamiento de hasta medio grado Fahrenheit al planeta a finales de siglo.
Otros sostuvieron que el panorama empeorará, porque otros países podrían seguir el ejemplo de Washington, lo que significaría más emisiones de todos.
Aunque los científicos no están completamente de acuerdo sobre las simulaciones por computadora, sí están de acuerdo abrumadoramente en que el calentamiento que va vive el planeta será más rápido y más intenso.
Sin el apoyo de Estados Unidos, será más difícil que el planeta evite cruzar un umbral peligroso: evitar que el mundo se caliente más de 2 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales.
El mundo ya se ha calentado un poco más de la mitad de esa cifra. Cerca de una quinta parte de las emisiones de dióxido de carbono provienen de Estados Unidos, generalmente por la quema de carbón, petróleo y gas, por lo que el panorama ya es de por si nada alentador.