Los aviones no sólo utilizan la fuerza de sus motores para volar. Una de las principales claves de los viajes en el aire es la corriente y la fuerza del viento, y ahora estas características fundamentales para la aviación están cambiando debido a los efectos del cambio climático.

En la actualidad, el vuelo entre Londres y Nueva York dura una hora más que el mismo trayecto en dirección contraria. Esto se debe a un fenómeno meteorológico conocido como «corriente en chorro», o jet stream en inglés. Son unos flujos de aire de unos 100 nudos que se producen en ambos hemisferios entre siete y quince kilómetros de altura, formando unos «túneles» de viento.
Ahora, un publicado en la revista Environmental Research Letters, sostiene que el cambio climático generado por el aumento de gases de efecto invernadero está aumentando la fuerza de estas corrientes en chorro. Como resultado, los vuelos de oeste a este se acortarán (el récord actual de un vuelo comercial Nueva York-Londres está en 5h 16m), pero los vuelos este-oeste serán más largos y no compensará el ahorro de tiempo en el trayecto contrario.
Al acelerarse esa corriente en chorro, los vientos en dirección este se aceleran y los de dirección oeste se ralentizan. Debido a que hay 600 vuelos transatlánticos al día, se añadirán 2.000 horas más al año, con lo que se suman millones de litros de combustible, empeorando el impacto en el medio ambiente.
La corriente en chorro en la ruta entre el aeropuerto de Heathrow, en Londres, y el John F. Kennedy, en Nueva York, hará que el viento fluya un 15% más rápido en inverno, aumentando de 77 km/h a 89 km/h de media, con aumentos similares en otras estaciones. Por consiguiente, los vuelos en dirección a Londres tienen el doble de posibilidades de durar menos de 5 horas 20 minutos y los vuelos hacia Nueva York durarán más de siete horas. En concreto, la ruta hacia el este se reducirá en cuatro minutos de media, mientras que los vuelos hacia el oeste serán, también de media, cinco minutos y 18 segundos más largos. En total, la duración total del recorrido ida y vuelta durará un minuto y 18 segundos más de media lo que, multiplicado por los vuelos que hay entre Europa y Norteamérica, se emitirán 70 millones de kilos de CO2 extras al año.
Así mismo el aumento de la temperatura también afectará a la fuerza de despegue, por lo que los motores serán menos eficientes en el despegue y el aterrizaje, y el peso con el que va a poder despegar el avión va a ser menor.